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Influyendo en la Ciencia Médica

Según nuestra experiencia, el término “pobre” no aplica exclusivamente a aquellos que tienen menos recursos económicos para mantenerse. Este término también aplica a cualquiera que tenga la humildad a abrirse al plan de Dios con respecto a su fertilidad, el cual está muy claro en la estructura del cuerpo humano. “Benditos son los pobres de Espíritu” (Mateo 5:3) son las palabras de apertura en el Sermón en el Monte y palabras de ánimo del Señor Jesús a todos aquellos que buscan la voluntad de Dios.
 
Las parejas de poder adquisitivo bajo, tanto en países desarrollados y subdesarrollados, caen presas del deseo insaciable de crear ganancias de las compañías farmacéuticas y de la despreciable práctica de ocultar información al público sobre los efectos secundarios de los métodos artificiales de control natal y de su efecto abortivo.
 
Estas compañías con la ayuda de médicos inescrupulosos quienes han perdido la verdadera de la medicina, se han convertido en cómplices en destruir temporalmente y a menudo, permanentemente, el regalo de la fertilidad del hombre y la mujer.
 
Nosotros mantenemos la perspectiva correcta sobre la verdadera razón de estos problemas. El fundador del a Academia Pontificia de la Vida, el Profesor Jerome Lejuene, dijo:
 
“No es a la medicina a la que debemos temer, sino a la locura del ser humano. Cada día, la experiencia de nuestros antecesores incrementa nuestra habilidad de cambiar la naturaleza al utilizar sus propias leyes. Pero usando este poder sabiamente es lo que cada generación debe aprender en su momento. Hoy somos, sin duda, más poderosos que nunca, pero no más sabios: la Tecnología es acumulativa, la sabiduría no”.
 
Lo que buscamos es integrar la sabiduría de la medicina moderna en apoyo al trabajo más importante de la crianza de los hijos: El mandamiento de Dios de “ser reproducirse y multiplicarse” (gen 1:28; 9:7). Ciertamente hoy en día no estamos reproduciéndonos ni multiplicándonos excepto por África, el cual la Fundación Gates está intentando eliminar, a menos que hagamos algo para detenerlos.
 
Vivimos en tiempos contradictorios, donde la tecnología cree tener todas las respuestas a cada problema del ser humano, aunque esas mismas respuestas ataquen entre sí. Por ejemplo, en las implacables campañas de anti-fertilidad de nuestros días, las parejas pagan o, sin son de escasos recursos, son persuadidas a destruir el regalo de fertilidad que tienen con el objetivo de evitar la “carga” de un parto.
 
Luego, por conveniencia, tiempo, salud y otras razones, cuando las parejas se desesperan y desean tener un hijo, recurren a las instituciones que han eviscerado su fertilidad en primer lugar y están dispuestos a pagar cualquier precio para “restaurar” lo que una vez rechazaron: El regalo de la vida humana.
 
Así el negocio de vender y comprar fertilidad a través de la tecnología ha menospreciado el concepto de procreación y la dignidad inherente del niño. Esto ha promovido e inculcado las actitudes contradictorias de repugnancia y el derecho hacia los niños, lo cual traiciona la mera esencia de lo que es un niño: un regalo de DIOS. Otros, después de haber cometido varios errores en el área de la sexualidad humana, pueden sentir un profundo sentimiento de auto reproche y sentirse heridos cuando las consecuencias los despiertan. Muchas veces este arrepentimiento genera un fuerte deseo por regresar a la Ley Natural y la Ley Divina.
 
Muchos de los problemas para concebir o posponer un embarazo de forma natural pueden ser logrados al aceptar con humildad que Dios nos creó con una pequeña ventana de fertilidad, la cual debe ser valorada y protegida. Estas revelaciones son destinados solamente a las parejas de esposos que desean vivir sus vidas en armonía con las leyes de Dios con respecto al ser humano y su naturaleza y a quienes creen en la vida, creen en el amor que da la vida y a aquellas familias que nutren a sus hijos para el bienestar de la humanidad, de donde nuestro futuro depende.